lunes, 31 de marzo de 2008

Historias personales entrometiéndose en lo colectivo

Después de tanta actualidad, un montoncito de cuestiones personales y subjetivas pueden ayudar a masticar mejor toda esta sanata.

Estábamos sentados, oyéndonos decir nada. Un párrafo oral sobre otro se acumulaban sin demasiado sentido. Escuchamos el tan tan de las cacerolas chocar con otros implementos de metal, salimos a la calle.

- ¿Saliste el finde?-, le pregunté
- Si, fui a un casamiento con mi novio- me dijo, y agregó - estuvo lindo, que se yo...-

Miré su sonrisa, era de esas muecas burlonas que uno hace cuando miente y quiere ser descubierto. Me pierdo en su boca, luego en sus ojos, nada puede sacarme de esta imagen... pero si, por fin, levanto la mirada y sus ojos me estaban marcando el "orsai"...

-¿Vos saliste con "tu chica"?- me dijo increpándome con esos ojitos negros.
- Sí, algo tranqui- mascullé
- ¿Cómo se llama ella?-
- ¿Florencia... tu "chico" que nombre tiene?-
- Nicolás- me dijo. Bajó la mirada y rió en lo bajito, como esos vientos que se meten tímidos por debajo de la puerta los días ventosos.

-Sos hermosa- le dije, pero las cacerolas taparon mi tono de voz.
-¿Qué dijiste?- me gritó en el oído.
- Que quilombo que se armó- le escupí...
- Ah, si, mejor me voy antes de que corten la calle y el bondi me deje a gamba-

miércoles, 26 de marzo de 2008

Kampo

Piquete y cacerola... ¿la lucha era una sola, no?

Advertencia: lo siguiente sólo tiene un caracter exploratorio, que nace de mi necesidad de escupir lo que no me logro explicar. Seguramente el tiempo hará que este brevísimo escrito se convierta en un par de frases arcaicas y fuera de todo sentido.

La plaza de Mayo lo hizo de nuevo. El poder simbólico de este pedazo de tierra en el corazón histórico y cultural de nuestro país es increíble. Todos los vimos. Pegados a la tv ó en primera persona, nos quedamos estaqueados, como estatuas de sal en el medio de la corrida de "la gente común" frente al embate a las trompadas de "los piqueteros K" y D´Elía con su camisa abierta. Sapos de otro pozo, jugadores suplentes de este juego social.

Obviamente no estoy a favor de la Sociedad Rural, pero sí de los pequeños productores. Estoy en contra del autoritarismo, el discurso autoritario de cualquier color, del verdecampo y el grisburocrático. El gobierno aunó los dos sectores del campo históricamente divididos y rompió el lazo entre la siempre panqueque clase media y los sectores populares (¿recuerdan la frasecita esa, la del piquete y la cacerola?). Los "piqueteros de la abundancia" que no declaran ser piqueteros, porque eso es de "negritos". La "gente común", el "vecino", "APOLÍTICO" que va a la plaza, convirtiéndola en plazaPRO, desde sus barrios acomodados para unirse al campo (al chiquito y al grande, porque son lo mismo según el discurso oficial)

Todo se mezcla como en una coctelera tanática. Quizás el gobierno baje la guardia y decida sentarse a hablar, quizás esto sólo derive en la cabeza de Losteau y a barajar de nuevo. Lo seguro es que estamos perdiendo este partido, el de un país mejor y justo para todos.

La lucha por la construcción de significado que se está dando en los medios de comunicación es impresionante. Personitas lindas, tomen nota de lo que está sucediendo. Somos los únicos con las herramientas para encauzar este río de angustia y dolor.

martes, 25 de marzo de 2008

Aunque duren los cuervos, llueva este asco y pesen los pies

Hace 32 otoños, estos días eran de acero, dinosaurios, muerte y corrupción.

Somos la generación que toca de oído lo que nuestros viejos vivieron en su carne. Somos los que no nacimos en el medio del asunto como para tenerlo siempre presente, pero tampoco vinimos al mundo tan lejos como sólo para leerlo en los libros del colegio cual Guerra del Paraguay o la Generación de 1880.

Por las calles caminan los retazos del ´70. El genocidio social y cultural dejó su huella en todos nuestros inconscientes y corazones. Somos los hijos de los que quedaron y los que se fueron. Nosotros somos los pedacitos de futuro que nuestro país supo un día tener.

Siempre tuve en claro lo que me hubiera pasado de haber vivido en el ´76 y tambíen a mucha gente que conozco, amo y aprecio. Creo que todos sabemos que papel hubiéramos jugado en ese partido del terror. Sin embargo, a pesar de nuestra pesadita herencia, no escapamos al nihilsmo jóven mundial. He conocido tantos sujetos que se regodean en sus viajes a Bolivia y en su hipocresía de estudiante de la nada pero no mueven una neurona para pensar en un cambio real... creo que algún día tenemos que sacar la cabeza de la almohada en la cual quieren que vivamos durmiendo y tomar de una vez el lugar que nos tocó en esta ruleta generacional.

En un mundito donde no hay más banderas que la de los Redondos, donde ya no buscamos cambiar el mundo sino el parquet del piso, donde el sueño de tantos sólo es tener un auto más grande, no hay que olvidar lo que pasó en estas tierras hace un manojo de años. Los pueblos que no recuerdan su pasado no merecen más que el olvido.

miércoles, 19 de marzo de 2008

Buena suerte y hasta luego (fin)

El primer llamado siempre cuesta, aún más si uno tiene la mala suerte de no cruzarse nunca con el receptor requerido del mensaje. Pero un día, pasó.

Xaj: - ¿Hola? ¿está Leila?
Leila: - Sí, soy yo, ¿quien habla?


Nunca me gustó demasiado hablar por teléfono, siempre pierdo el hilo de lo que quiero expresar. Termino hablando de las sobras sin poder tocar los mejores platos. Esta ocasión no fue demasiado diferente, pero pude decirle que quería verla. Yo para esa tiernita época de mi vida tocaba la viola, la armónica y la batería de una manera muy rudimentaria... le mentí que el propósito de nuestra reunión era un proyectito de banda, ya que ella tocaba el bajo. Me dijo que la llamara al día siguiente para arreglar el encuentro tan deseado.

En ese next day ella no estuvo en todo el día en su casa. Tres llamados durante el día me dieron la pauta de que no quería ni verme en las figuritas de los thundercats. Pero mi decisión ya había sido tomada, tenía que decírselo, entregarle mi amor y todo el dolor que brotaba de mí, todo junto, en un frasquito de vidrio y esperar el vale cuatro de su boca.

El encuentro se produjo finalmente en una plaza de mi barrio, los árboles fueron testigos de tal espectáculo. Sus ojos ya no brillaban como ayer, pero seguía siendo esa princesa hermosa y desinteresada. Le escupí todo en un par de frases: amor, obsesión, dolor, esperanza, tristeza y castillos de cristal con balcones de madera balza.

Ella siempre lo supo, yo vivía para verla brillar. Pero quizás no esperaba que se lo dijera así, como una línea que tendía a cero hasta desaparecer en el eje.

Leila: - No se que decirte... enserio. (me miró y sonrío)

- No digas nada, le dije. Era evidente, yo era el único que tenía cosas que decir. Después seguimos hablando de cuestiones vacías que ya no recuerdo. La despedida fue con el beso en la mejilla mas triste que pudo haber existido... la tomé de la mano y la sentí fría. La solté inmediatamente.

Luego de no mucho tiempo me enteré de su embarazo, siempre fue una chica de pasos largos y pasajes que llegan más rápido a las avenidas.

Es verdad lo que dice esa canción: - "Hay algunos hombres buenos... y pocas mujeres solas".

viernes, 14 de marzo de 2008

Calando hondo el alma olvidada

Esa anécdota contemporánea de que "la interne´" llega a todos lados tiene sus recovecos en los que la hipótesis comienza a chorrear pruebas empíricas que la falsean.No hay WWW en mi laburo por vaya a saber qué acontecimientos hasta quien sabe qué día. De todas maneras lo siguiente lo esbozé en horario laboral, fiel a mi improductividad subordinada. Con la mencionada aclaración, doy paso al escrito.


El reloj me decía lo que no quería escuchar. 1 AM, eso me gritaba en la jeta; una película recomendada por una personita era la culpable de que yo pudiera dormir potencialmente sólo 6 horas.

En la susodicha peli, luego de un rompimiento con su actual novia, el protagonista enumeraba su top 5 de "cortes de rostro/abandonos por otro tipo" ejercidas por sus ex. Lo interesante es que el muchacho, en un momento de la historia busca a las ex-novias para preguntarles el porqué lo habían abandonado, ese momento que le sucede a todo hombre donde se vuelve a las ex para buscar respuestas y otras cosas. En fin, confieso que yo hice algo no muy similar, pero parecido, a mi tierna edad, muy cachorro:

Cupido vivía en mi barrio. Siempre fue un tipo jodido, era mi vecino y nunca le caí bien... antes de que el angelito se mudara a Nuñez,la última vez que lo ví, me prometió que iba a hacerme la vida imposible. Y claro, era más que una frase enlatada.

A mi primer princesa la conocí en el primario. Siempre me gustó, pero creo que empecé a amarla a partir de los 10 años. Si es verdad que el primer amor te moldea, esta relación me definió con un cortafierros, a los golpes. De tanto que la amaba, nada le decía, era sólo cuestión de tiempo pensaba. Aprendí que el tiempo es relativo.

El primario estaba siendo velado y yo aún la esperaba a la salida del entierro. El adiós fue con un beso en la mejilla tomándola de la mano, esperando una respuesta que nunca llegó. Tanto más la amaba y nada le supe decir.

Intenté olvidarla y así aprendí que los recuerdos no se lavan con jabón. Entonces me decidí a llamarla.

Continuará. (je, siempre quise poner eso)

martes, 11 de marzo de 2008

Baldeando con recuerdos los azulejos de cemento


El agua siempre abre los poros.

Era uno de esos días de la semana pasada, mezcla de miradas cansadas y ropa mojada por la lluvia perenne. Resignado, ya casi disfrutando de como baldeaban la vereda desde el cielo, decidí acortar un poco de camino subiéndome a una lata numerada, digamos que el refugio donde esperarlo me sedujo.

Al amparo de ese lugarcito había una madre y su hijo, de unos 3 años quizás, nunca fui bueno para tasar edades. La madre se divertía enseñándole a leer al crío mediante el deletreo de las publicidades: "C-O-C-A-C-O-L-A". En ese momento caí en el hecho de que no podía recordar el momento en el cual aprendí a leer. Además tampoco pude responderme otras cuestiones. No se bien cuando uno deja de ver letras y empieza a ver palabras; cuando dejás de ver las partes y sólo ves el conjunto; cuando se deja de ver las particularidades del árbol para sacarle fotos a un bosque; no se bien cuando comenzamos a ser conscientes de lo que sentimos.

Y como en un trance lsdesco, comenzé a ver en las figuras que hacía la lluvia diferentes situaciones llenas de polvo. Recordé la vieja casa de mi abuela llena de misterios, sus empanadas de atún, cómo se fue en un abrir y cerrar de ojos. Recordé cuando mi vecina y yo eramos dos niños muy cercanos, cuando la vi embarazada a los 15 años, cuando tuvo su segundo pibe a los 19. Recordé la escalera de madera del colegio que crujía cuando la pisabas, recordé a mi primer dolor de corazón y mi primer gran fracaso.

Volví a la superficie cual película "Quieres ser John Malcovich". El bondi no pasaba, la madre y su hijo ya no estaban. Guardé el paraguas en la mochila y me sumergí en la lluvia, total ya estaba mojado.

jueves, 6 de marzo de 2008

Un jueves cualquiera

"El hombre, llevado por su sentido de la belleza, convierte un acontecimiento casual en un motivo que pasa ya a formar parte de la composición de su vida"

Probablemente Kundera tenga razón.

Los bondis de mi barrio no se detienen. Son como rectas que tienden al infinito, mi existencia es un punto que no coincide con esas líneas. Sin embargo, cuando una mujer se posa junto al cartel numerado de latas urbanas, las rectas metálicas desvían su recorrido y así soy aceptado en el intramundo bondilístico.

Cuando corrí las cortinas violetas, la ví escondida detrás del último asiento. Me abrí paso entre la selva antropológica de la mañana pre-laboral a machete limpio y me puse a su lado como esas aves que se acercan a uno buscando un pedazo de pan, con esa mezcla de desconfío y esperanza. No se bien cómo, pero minutos después estábamos amándonos en la línea de asientos de atrás del colectivo, esa que tiene como 5 sillitas juntas y de la cual es imposible salir si estás junto a la ventana. Después de un sex-maratón nos miramos a los ojos y nos prometimos amor eterno, fuimos felices durante un buen rato.

Al dejar Caballito atrás, ella fue diferente, empezó a ver con insistencia el reloj como si su vida dependiera de ello. Almagro le hizo mal. "El centro me deprime nene", me avisó con cautela.
El Obelisco le guiñó el ojo y ella le devolvió el saludo. Tomé su mano aún más fuerte. Me miró y dijo: - "tengo que bajarme, acá... no me llames, esto me hizo mal, adiós". Me besó la frente y tocó reiteradas veces el timbre, luego saltó hacia el cemento. La perdí de vista en el medio de la garua.

Sí, Kundera tiene razón.

lunes, 3 de marzo de 2008

Tres días, tres.

Ese saborcito a nada.

Un Viernes pesado que no quería dejar de existir, me soltó a las 23:55 hs. Cinco minutos duró la paz del último día laboral.

El Sábado comenzaba a erguirse cuando la lluvia lo adormeció de nuevo. La humedad le caló los huesitos y se dejó caer sobre camas ajenas con mujeres que no conocía demasiado bien. Se despertó con la luz de la luna y me acompañó a bares olvidables sobre una calle de Villa del Parque. En ese momento lo perdí de vista, se fue sin saludar.

El Domingo me cacheteó en el bar. Me levantó de un sacudón y me pateó hacia la vereda. Sacó dos boletos de un mango y nos sentamos en el asiento más seco que encontramos. Me desperté en el sillón, sonaba Pink Floyd desde las paredes. Comí las sobras que encontré y tomé la pésima decisión de surcar las calles de mi barrio. En escasos segundos estaba flotando en una pileta urbana. Nadé hasta mi casa a brazada limpia. La luz se había ido con el sol, Edesur estaba enmohecida y deprimida.

En la oscuridad, observé a una vela morir. Entendí que, como tanta gente, las velitas mueren ahogadas en su propio jugo, el líquido fluído que ellas generan... comprendí que lo que somos día a día termina por ahogarnos. Cuando la vela dejó de ser, escuché un sollozo en el fondo de la oscuridad. El Domingo había mostrado las lágrimas.